Me quedé mirando fijamente
la constelación que formaban
los lunares de tu espalda
y se me olvidó hasta el respirar.
Estaba inmóvil
y mi respiración agitada
no se lograba calmar.
Nunca terminaba de contar,
cifra infinita que me tenía atrapada.
Quien no se fija en los pequeños detalles
nunca me entenderá.
Me sentía como cuando cada noche
sales a la misma hora
a mirar el cielo y entonces,
en ese mismo instante
descubres su magia.
Me había prometido que nunca
iba a probar las drogas
y mi cabeza no paraba de gritarme
que se quería volver adicta a ti.
Nos fundimos tan rápido
como aquella estrella fugaz
a la que pedí tenerte.
Y deseé con todas mis fuerzas
que no te vayas
nunca.